Dejo que duela
la mi que ya se fue
y así reconozco la yo que se queda
en celebración con mi día.
Llega el tiempo de la poesía,
pa que se estiren los momentos de silencio.
Llega el tiempo simple. El tiempo de permitirse tonterias.
El tiempo del cuerpo, de su búsqueda.
Ha llegado el tiempo de jugar con mi mortalidad.
Deseo que mi propia humanidad se presente toda.
la llamo. adelante.
Es hora de las geometrías,
de dejar serlas sagradas y acompañarlas,
en la bola de jabón,
en la rama que se recuesta hacia el río.
Eca no es una cuestión de neblinas interiores buscando tesoros en arcoiris míticos, afuera.
No se trata de armonías baratas, arrogancias tímidas,
fascistas interiores que mandan a los laditos.
Viven en mi muchos cuentos,
unos lindos y otros menos,
que reconozco cuando acepto la verdad que estoy,
empapada de mi proprio ser vida.
ya es hora.
Soy.
puta, pura, pérdida en una selva oscura,
cavalcando unicornos – a la mierda el purgatorio.
Es hora de aprender el arte de observar.
El arte de encontrar más posturas para explorar quién soy.
Es hora de quedarme en mi proprio baricentro,
para sentir en los golpes el impulso, la cachetada.
que despierta, asusta, duele, recuerda.
Llega el tiempo para que se derrita nuestro amor,
hay libertad en este espacio:
me inclino en la distancia entre nuestra propias burbujas,
y la consciencia de ser juntos uno.